Prólogo

Para gran parte de la profesión y del campo de investigación de los estudios sobre la paz, si se me permite utilizar una metáfora provocadora, parecemos atrapados en la era del cine mudo. Hemos ignorado el paisaje sonoro, la presencia siempre presente, envolvente y penetrante de la vibración dentro de la experiencia humana, a través de la cual surgen, se adaptan y responden los esquemas perceptivos, emocionales e interpretativos que dan forma a la búsqueda humana de significado y respuesta. Como ya se mencionó en un trabajo anterior, Jacques Attali situó esta cuestión en un contexto mucho más amplio cuando escribió: «Durante veinticinco siglos, el conocimiento occidental ha intentado mirar el mundo. No ha comprendido que el mundo no es para mirar. Es para oírlo. No es legible, sino audible» (2004, 10)…