
"Esa fue mi lección Sam Doe: ver a una persona y luego mirar una segunda vez. Una mirada larga. Una segunda mirada. Una mirada. Y recordar que cada persona tiene una historia."
Conocí a Sam Doe la primera vez sentado en una gran mesa redonda en la Capilla Martin, en el Instituto de Verano para la Consolidación de la Paz de la Universidad Menonita del Este, en mayo de 1995. Pero mi lección de Sam Doe llegó varios años después, la que siempre se me olvida recordar.
En el momento de aquel primer encuentro, lo que yo no sabía, no podía saberlo, era por lo que Sam Doe había pasado meses y semanas antes de llegar a sus primeras clases de maestría. Yo sabía, por supuesto, que Sam era de Liberia, que había sobrevivido a una guerra y que trabajaba incansablemente en toda su Liberia natal en favor de los niños-soldado desafectados. Sabía cosas sobre Sam, todas ellas importantes por derecho propio, pero Sam es cauteloso sobre cómo y cuándo revela el lado más profundo de los acontecimientos que formaron su vida…